Arde

75 euros
50 x 50
Nieva sobre las praderas azules del norte. Contemplamos, mientras la tempestad es asumida por la noche, los vaivenes de la luz. Nos atemoriza su declive, dudamos sobre la conveniencia de huir, de correr entre las espigas, evitando el hielo y la fiebre. Pero pronto venceremos a la desidia y dormiremos bajo sábanas añiles, pintadas con bocetos de tu rostro.

Antes del dominio del sueño recordaremos las tareas del día. Habremos pintado las paredes de nuestra casa con manchas de índigo, rodeadas por líneas rojas que disimulan su condición humana. Habremos trabajado hasta el fin de la luz, buscando huecos en la piedra que regalen, cuando el invierno termine, el calor de la lluvia. Habremos teñido las baldosas con el color de los pájaros más extraños. Eso haremos mientras escuchamos el final de la tormenta. Eso e hilar madejas de lana marina que abandonarán formas cercanas al ruido: hexágonos, objetos indolentes o pequeños reptiles de ojo rasgado.
Texto de RECAREDO VEREDAS