Los antiguos amantes

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A veces todo lo que tenemos dentro es una isla desierta.
Ya nos hemos hecho mayores y sabemos que existen los tsunamis.
Si el tsunami se lleva por delante la isla desierta es un problema.
Cada vez nos queda menos tiempo para la rabia.
Ahora empleamos el esfuerzo en cansarnos.
Todo esto suena muy mal.
Suena como a renuncia.
A pastillas para dormir o sucedáneos.

Así pasa el día a día en el Mundo de Los Vivos.
El Mundo de los que Creen Estar Vivos.
La Ciudad Rebosante de Pequeñas y Angustiosas Islas Desiertas.
Nos levantamos.
Algunas mañanas nos da tiempo a lavarnos.
De todas formas a lo largo del día lo que hacemos es ensuciarnos.
Luego nos acostamos.

Pueden pasar años sin que nadie se dé cuenta de que todo está iluminado.
A pesar de que haya lugares que se estén oscureciendo para siempre.
A pesar de que aumenten nuestras dioptrías por cualquier exceso.
A pesar de que las nuevas tecnologías sean lo más parecido a la demencia senil.
Pueden pasar años.
Pero siempre vendrá el Robot Invencible a avisarnos.
La Bailarina del Corsé Desabrochado.
Cualquiera de ellos.
Ambos tienen el tamaño de un jilguero.
Ambos viven en el papel maché.
Ambos saben lo que dicen:
Existe un mundo en el que Todo Está Iluminado.

Sólo es necesario no darle cuerda al reloj.
Olvidarnos.
Recordarnos.
Cada isla desierta tuvo su momento de felicidad.
Su desquiciante azul en la memoria.
Cada isla desierta es un lienzo que una vez fue blanco.
Luego llegó la Mano de la Magia y lo cubrió.
Lo hizo aún más hermoso.
La Mano de la Magia lleva pulseras tintineantes.
Lleva anillos que sirven para brillar y nunca son alianzas.
Lleva un discreto perfume a mar.
A veces no lleva nada, está desnuda como nuestro propio náufrago.
El náufrago que hoy se ha levantado.
Ha dejado todo lo que tenía.
Y ha venido a la Fiesta de los que Saben que el Mundo está Iluminado.


Texto de LARA MORENO